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Vista de la cúpula de la Iglesia de San Nicolás desde la colina de Mala Strana |
A Mala Strana conviene recorrerlo en las cuatro direcciones, trabajo que aunque parezca un poco dificultoso – sobre todo cuando de tiempo se trata- les dará un sinfín de satisfacciones cuando hayan terminado su recorrido y recuerden cada uno de los espacios inolvidables que hayan recorrido.
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Mural de Malostranská |
Una vez visitada la calle más pequeña, aconsejamos volver a la torre de Mala Strana y, desde allí, tomar la Calle Moszteka, que es una de las arterias comerciales mas importantes de la zona (se podría decir que es la continuación de la Karlova al otro lado del puente) plagada de casas de marionetas, cristalerías de lujo, bares semiescondidos en las típicas recovas que abundan en cada esquina y también negocios que venden los recuerdos y souvenirs más eclécticos que hayan visto.
Al llegar a la Iglesia de San Nicolás les recomiendo que hagan un alto y, si el tiempo les da, entren a ver algunas de las rebuscadas ornamentaciones barrocas que conforman su interior y los frescos de la cúpula, en homenaje a Santa Cecilia (patrona de la música), quien engalana el órgano que aún hoy se sigue usando y que alguna vez fue tocado por el mismísimo Mozart mientras pasó unos días en Praga.
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La Calle más pequeña del mundo |
Al final de la Nerudova se encuentra una escalinata barroca coronada por dos ángeles regordetes - al mejor estilo Rafaelino- que invita a subirla para dejar al viajero frente a la entrada del Parlamento, en el Complejo arquitectónico del Castillo de Praga. Como consejo personal, sugiero que al castillo le dediquen un día completo (dado que está formado por varios sitios) y que antes, se no pierdan la oportunidad de recorrer la colina de Mala Strana, la cual cuenta con bellísimas vistas de la ciudad, el Palacio Sternberg (actualmente museo y muy recomendable para ver), además del Loreto y del Monasterio Strahov, piezas infaltable para los amantes de la arquitectura religiosa.
Allí mismo, seguramente, serán testigos de uno de los espectáculos musicales más bellos de Praga, ya que enfrente a las puertas del Parlamento, un grupo de músicos elegantemente vestidos y con instrumentos antiquísimos interpretan algunas de las piezas más populares de la música eslava. En tan emblemáticos personajes se han convertido estos músicos callejeros que, desde hace algunos años, han aparecido en numerosas guías turísticas, donde forman parte del top ten a tener en cuenta en una visita a la ciudad.
Si por esas casualidades (como fue mi caso) se hacen fanáticos de este grupo de músicos, podrán comprarles algunos de los discos que tienen editados a lo largo de más de una década o bien, del mismo modo que el Morel de Bioy Casares, los pueden capturar con la cámara para luego disfrutarlos cada vez que el recuerdo de Praga los invite a ojear el álbum de fotos y así, puedan revivir aquella experiencia inolvidable que les habrá dejado pasar un día en la cautivante e inspiradora Mala Strana.
ME ENCANTÓ ESA CIUDAD!!!
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