- Periodista: Decime tres planetas que elegirías para vivir...
- Entrevistada: Júpiter, Urano y Europa.
(Extracto de una entrevista de Silvia Openheim a la escritora argentina Angélica Gorodischer)
Soy de esos
que organiza los viajes con más tiempo de anticipación del que la lógica indica
y de los que luego cuenta como un convicto que llegue el preciado día de libertad para
subir al avión. Así es como, para no incurrir en un incumplimiento del
ritual, hace unos días comencé a armar
mi próximo viaje que tendrá inicio el 2 de enero en Lisboa y, al día de hoy, aún tiene fecha de
finalización incierta.
Muchos de los que me leen, al igual que varios conocidos se estarán preguntando en este momento: ¿Otra vez a Europa?. Pues bien, la respuesta es muy sencilla: si bien
conozco el continente casi en su totalidad siento que debo regresar una y otra vez,
como para completar aquello que dejo inconcluso cada vez que regreso y que me
deja la sensación de que mucho es lo que me queda aún por descubrir.
Para este
próximo viaje tomé la decisión de arrancar en Lisboa, ciudad en la que nunca
estuve y significó una asignatura pendiente desde mi primer viaje, allá por
fines de la década del noventa. Luego de pasar unos días en la maravillosa capital lusitana (escuchando fados, viendo los atardeceres rojizos en el Faro de Santa Lucía o tomando alguna de las decenas de cafés que sirven en la zona de la Praca do Comercio) tracé un diseño predeterminado que me llevará a estar una semana en
Roma, una en Budapest (donde estuve una vez y, junto con Praga, me convirtieron
en un fanático de las llamadas “Ciudades imperiales”), una en Berlín (donde
estuve algunas horas de paso) y luego otra en París, donde si bien no tengo
pensado que lugares voy a visitar puntualmente, no me costará mucho trabajo
dejarme llevar y que haga su trabajo,
tan bien como lo hace con todos los viajeros que se pierden en ella a ambas márgenes
del Sena.
Luego de
los días en París quedaré sin plan y allí veré hacia dónde me lleva el viento. Si
bien la idea es “dejarme llevar” (algo que casi nunca hice) barajé algunas
opciones y planes por si la inspiración no llega:
Plan A: la primera opción desde París sería largarme a
seguir la maravillosa experiencia vivida por Aniko Villalba hace unos meses en Marruecos (para recorrer sus llamativas ciudades, sus desiertos abrazadores,
las poblaciones fascinantes y esos paisajes que parcen salidos de la paleta de un pintor). Luego de
leer sus notas en el blog quedé muy motivado por ese rincón de África y creo que bien
vale la pena agendarlo como primera posibilidad.
Plan B: tomar
un vuelo a Roma o Florencia y desde allí dedicarme a recorrer algunos destinos de Italia a poca distancia de
esas ciudades tales como Herculano, Pompeya, Bologna o algunos de los pueblos
que forman parte de la zona geográfica conocida como Cinqueterre (integrada por
cinco asentamientos poblacionales ubicados sobre la costa acantilada y que
llevan los nombres de Manarola, Vernazza, Monterosso, Riomaggiore y Corniglia)
El Plan C
se ha transformado en un cajón de sastre donde - a medida que pasa el tiempo y
voy hablando con otros viajeros – se carga de destinos en los que aún no
estuve, pero a la vez de otros que conocí bien y que me llaman a volver dado
que me quedó mucho por ver en ellos. Uno de ellos es Atenas, ciudad eterna y
enigmática pero lamentablemente, teniendo en cuenta la gravísima situación por
la que están atravesando los griegos en este momento, se encuentra aislada de
los destinos turísticos tradicionales de Europa (los vuelos desde cualquier
ciudad a ella resultan carísimos, difíciles de conseguir y con duraciones
irrisorias, y casi todas con escalas obligatorias en ciudades del este europeo
como Varsovia, Bucarest o Ljubljana) y ya nadie parece reconocerla como como la perla del Egeo.
Pero no sólo la crisis financiera de Europa es un problema, ya que también hay que sumar las actuales restricciones impuestas en nuestro país
para la compra de moneda extranjera, con lo cual, el próximo viaje tiene todos los ingredientes para que no sea sencillo. Como agregado, la economía mundial está resentida y, en muchos de los
lugares que intento visitar existen serios problemas de tipo social (por
ejemplo aumentos de casos de xenofobia y avance de la ultraizquierda en Italia,
manifestaciones y huelgas reiteradas en Lisboa, descontento popular en Alemania
y Francia)
No quiero ser pesimista. Un viejo
adagio dice que en tiempos de crisis y de vacas flacas la creatividad y la
imaginación se expanden considerablemente. En esta nueva etapa habrá que pensar nuevas formas de
ser viajero en un mundo que día a día se muestra como más hostil y que, pese a
la globalización y las comunicaciones cada vez más efectivas, parece endurecer las fronteras y elevar los muros en detrimento de la integración y la igualdad que pedimos todos aquellos que queremos seguir descubriéndolo.
La respuesta del entrevistado es genial, el viejo continente es una cuenta pendiente, espero que no por mucho tiempo.
ResponderEliminarY ojalá que en estos tiempos de crisis la imaginación de lo mejor de sí y nos permita crecer.